Tras años de paralización y ajustes por la pandemia, el teatro está regresando con fuerza —pero no como antes: ahora se reinventa con formatos híbridos, experiencias inmersivas y mayor enfoque digital para conquistar nuevas audiencias.
Una de las prácticas más usadas hoy es la transmisión simultánea (streaming) de funciones en vivo. Algunas obras ofrecen boletos duales (asiste en sala o digital), lo que permite que el teatro llegue más allá de la ciudad sede y monetice públicos remotos. Este modelo ha crecido particularmente en Europa y Estados Unidos.
Otra tendencia es el teatro inmersivo: espectáculos en los que los espectadores participan, se mueven por el espacio, interactúan con actores y escenarios. En CDMX, algunas compañías ya lo prueban en instalaciones alternativas (viejas fábricas, jardines, museos). La línea entre espectador y actor se difumina.
También, muchas producciones están usando realidad aumentada (AR) o elementos digitales dentro de la escenografía, proyectando escenas o efectos visuales que cambian la percepción en tiempo real. Esto da dimensión extra al montaje sin necesidad de grandes sets físicos.
Finalmente, la agenda cultural está aprovechando festivales híbridos, ciclos digitales, colaboraciones con plataformas y boletos “pagos virtuales” para financiar las producciones. El efecto neto: el teatro no muere, se adapta. Quienes dominen esta convergencia entre lo presencial y lo digital serán los que conecten con públicos jóvenes y tech-savvy.








