Elegir qué carrera estudiar nunca ha sido una decisión fácil. Pero en los últimos años, se ha vuelto aún más compleja. Entre la presión de “elegir bien”, la incertidumbre del futuro laboral y la necesidad de sentir que lo que haces tiene sentido, las nuevas generaciones están redefiniendo lo que significa estudiar una carrera universitaria. Ya no se trata solo de empleabilidad: también hay una fuerte carga emocional, existencial… y hasta de identidad.
Según el Observatorio Laboral de México y datos de la UNAM, las carreras más demandadas en 2024 fueron Medicina, Derecho, Psicología, Administración y Contaduría, seguidas de cerca por Ingeniería en Sistemas, Diseño Gráfico y Comunicación. Pero lo más interesante no son solo las cifras, sino el porqué. Psicología, por ejemplo, ha tenido un crecimiento notable porque más personas quieren entender (y sanar) el mundo emocional propio y ajeno. Medicina y Enfermería también aumentaron tras la pandemia, impulsadas por una nueva conciencia social.
Al mismo tiempo, carreras creativas como Diseño, Animación, Música y Producción Audiovisual también van al alza, especialmente entre la Gen Z. ¿Por qué? Porque crecer con redes sociales nos enseñó que se puede trabajar desde la creatividad —y que el arte también es negocio si sabes moverlo. Plataformas como TikTok, Behance o Spotify ya no solo entretienen: también muestran que se puede vivir de hacer cosas bellas, útiles o expresivas. La creatividad ya no es un lujo: es una habilidad profesional.
Pero no todo es claridad. Elegir qué estudiar también viene acompañado de dudas profundas: “¿y si me equivoco?”, “¿y si cambio de opinión?”, “¿y si esto no me hace feliz?” Nuestra generación se enfrenta a un futuro laboral cambiante, donde el 65% de los empleos del mañana aún no existen (según el World Economic Forum). Por eso muchos jóvenes también buscan carreras flexibles, que les permitan adaptarse, emprender o combinar disciplinas.
Además, estudiar ya no es un camino lineal. Hay quien entra a una carrera y sale con otra, quien cambia a mitad del camino, o quien decide no estudiar formalmente, pero se forma desde cursos, bootcamps, tutoriales o experiencia. La educación formal está siendo cuestionada, no por desprecio, sino por necesidad de sentido y opciones reales. Ya no basta con tener “una carrera segura”. Queremos una vida que se sienta nuestra.
Y es que en el fondo, esta generación no busca solo títulos: busca propósito. No se trata solo de elegir una carrera “que deje”, sino una que nos deje ser. Con todo el miedo, las dudas y las vueltas que eso implique.