Durante años, la productividad fue la reina de todas las virtudes. Si no estabas ocupado, “estabas perdiendo el tiempo”. Pero algo está cambiando. En medio de agendas saturadas, notificaciones constantes y contenidos infinitos, el aburrimiento está resurgiendo como un acto revolucionario. Sí, aburrirse se ha convertido en un nuevo lujo. Y lo mejor: es gratis.
La ciencia lo respalda. Un estudio de la Universidad de Central Lancashire (Reino Unido) demostró que las personas que se aburren por un rato tienden a ser más creativas después. ¿Por qué? Porque el cerebro busca entretenerse internamente, activando zonas asociadas a la imaginación, la introspección y la resolución de problemas.
Hoy se habla de “slow time”, una forma de desacelerar para recuperar claridad. Apps de descanso, libros sobre el poder del ocio (como “Bored and Brilliant” de Manoush Zomorodi), e incluso retiros de silencio han ganado popularidad. En un mundo que mide el valor personal por la productividad, no hacer nada también es una forma de cuidarse.
El aburrimiento también tiene beneficios emocionales. Permite detectar señales internas —ansiedad, tristeza, ideas escondidas— que suelen ahogarse entre tareas. Dejar de “estar haciendo” puede ayudarte a “estar sintiendo”.
Así que la próxima vez que no sepas qué hacer y te sientas inútil, recuerda: aburrirse un rato puede ser justo lo que tu mente y tu cuerpo necesitan. No es pérdida de tiempo. Es reconexión.