La posibilidad de cultivar tejidos y órganos a partir de células del propio paciente es un campo en constante avance en la medicina. En este contexto, la regeneración de la oreja es una de las aplicaciones más destacadas. Aunque pueda parecer una técnica extraña, este procedimiento puede resultar de gran ayuda para pacientes que han sufrido amputaciones, deformaciones o accidentes que han afectado su oreja.
Para cultivar una oreja en el laboratorio, primero se debe extraer una pequeña muestra de tejido cartilaginoso del paciente. A partir de esa muestra, se obtienen células que son cultivadas en una matriz tridimensional, que tiene como objetivo reproducir el entorno en el que normalmente crece el cartílago. En este ambiente, las células comienzan a multiplicarse y formar una estructura parecida a una oreja. Luego, esta estructura se implanta en el cuerpo del paciente, donde se espera que se integre y crezca como una oreja natural.
Un ejemplo de esto es el caso de Shamika Burrage, una soldado estadounidense que perdió su oreja izquierda en un accidente de coche. Los médicos del Centro Médico Militar William Beaumont de El Paso reconstruyeron su oreja cultivándola bajo la piel de su antebrazo derecho con su propio cartílago, tomado de sus costillas, en un procedimiento llamado superposición libre prelaminada en antebrazo. El proceso es una de las reconstrucciones más complicadas realizadas en los Estados Unidos, ya que implicó la formación de nuevos vasos sanguíneos en el cartílago. La técnica permitirá que Burrage recupere la sensación en la oreja una vez que su rehabilitación esté completa. Burrage es la primera beneficiaria de esta técnica en el ejército, y una de las pocas en el mundo.
La regeneración de la oreja a partir de células del propio paciente es una técnica innovadora y prometedora en la medicina. Aunque todavía es un procedimiento complejo y requiere una gran cantidad de investigación y desarrollo, tiene el potencial de ser una solución efectiva para pacientes que han sufrido amputaciones o deformaciones de la oreja. En el futuro, es posible que se puedan aplicar estas técnicas en otros órganos y tejidos para ayudar a mejorar la calidad de vida de las personas.