Por años, el vinilo fue cosa de papás, coleccionistas o tiendas de segunda mano. Pero algo cambió. Hoy, las nuevas generaciones están haciendo de este formato una declaración de estilo, de experiencia y hasta de identidad musical. Y no es sólo por “verse cool”: el regreso del vinilo viene acompañado de cifras claras, artistas involucrados y una nueva forma de escuchar música… sin prisa.
Según la RIAA (Recording Industry Association of America), en 2023 se vendieron más de 49 millones de vinilos en EE. UU., superando por segundo año consecutivo las ventas de CD y representando el 43% de los ingresos físicos de la industria musical. Pero lo realmente interesante es que el 50% de los compradores de vinilos tienen entre 18 y 34 años. O sea: la Gen Z y los millennials no sólo usan Spotify, también aman abrir una funda de cartón y poner una aguja sobre un disco.
Y es que el vinilo, más que una moda, se ha vuelto una experiencia. Escuchar un álbum completo, con pausas, sin saltar canciones, mirando el arte de portada y leyendo los créditos, es una forma de reconectar con la música en tiempos de saturación digital. También es una respuesta al “skip culture”: aquí no hay algoritmo, hay intención.
Muchos artistas han entendido esto. Taylor Swift, por ejemplo, lanzó ediciones especiales de vinilos con arte distinto para cada versión de Midnights, lo cual impulsó la venta de más de 1 millón de vinilos en menos de una semana. Harry Styles, Lana del Rey, Arctic Monkeys y hasta Bad Bunny han lanzado ediciones de lujo que se agotan en minutos.
Incluso tiendas como Urban Outfitters o Amazon han reactivado secciones dedicadas al vinilo, y sellos independientes están apostando por prensados limitados y colaboraciones con artistas visuales para elevar el objeto como pieza coleccionable.
Escuchar vinilos no es sólo una nostalgia heredada. Es una decisión estética, sensorial y emocional que está redefiniendo cómo conectamos con la música en 2025. Porque a veces, lo análogo no es pasado… es resistencia.