Vivimos en un mundo donde todo parece ir a la velocidad de la luz: emails que no paran de llegar, reuniones que se empalman y notificaciones que suenan más que tu despertador. En medio de este caos, ¿qué hacemos? Comer rápido, casi sin mirar lo que tenemos en el plato. Pero, ¿qué pasaría si te dijera que hay una manera de cambiar eso y, de paso, mejorar tu relación con la comida? Bienvenido al mindful eating, o como yo lo llamo, el arte de comer con cabeza y corazón.
¿Qué es el Mindful Eating?
El mindful eating no es una dieta, ni mucho menos una moda pasajera. Es una forma de reconectar con tu comida, disfrutarla de verdad y, por qué no, darle un respiro a tu estómago. ¿Sabías que, en promedio, tardamos menos de 10 minutos en acabar una comida? Sí, eso incluye las veces que estamos con el móvil en una mano y el tenedor en la otra. Comer con conciencia trata de romper con ese piloto automático y ser más intencional con lo que comemos y cómo lo hacemos.
¿Cómo saber si necesitas practicarlo?
Hazte estas preguntas:
¿Tu plato se vacía y no recuerdas ni el sabor de la comida?
¿Terminas lleno pero insatisfecho?
¿Tu “comida” son snacks mientras trabajas frente a la computadora?
Si respondiste “sí” a al menos una, es hora de cambiar el chip.
Pequeños pasos para comer con conciencia (sin complicarte la vida)
Apaga el piloto automático: Esto significa, sí, dejar el móvil mientras comes. Dale una oportunidad a tu plato de ser la estrella.
Come despacio: Mastica más. Disfruta los sabores. Dale chance a tu cerebro de decirle a tu estómago: “Oye, ya estamos bien.”
Elige bien tus alimentos: No se trata de comer quinoa todo el tiempo, pero sí de preguntarte: “¿De verdad me apetece esto o lo estoy comiendo por costumbre?”
Sé agradecido: Ok, esto suena muy cursi, pero dar gracias por lo que tienes frente a ti puede cambiar la manera en que lo disfrutas.
Lo que la ciencia dice
Practicar mindful eating tiene beneficios que no son poca cosa. Según un estudio de Harvard, las personas que comen con más conciencia tienen menos probabilidades de comer en exceso y reportan sentirse más satisfechas después de las comidas. Además, puede ayudar con la digestión, mejorar la relación con la comida y, como bonus, incluso te ahorras calorías innecesarias.
El lado divertido del mindful eating
No se trata de convertirte en un monje zen cada vez que te sientes a comer. Puedes hacerlo divertido. Por ejemplo, la próxima vez que tengas un pedazo de chocolate, detente. Obsérvalo. Huélelo. Y luego, dale un mordisco pequeño como si fuera un diamante culinario. ¿Raro? Puede ser. ¿Delicioso? ¡100%!
Otra idea: organiza un “reto mindful” con tus amigos o familia. ¿Quién puede comer un plato completo sin distraerse? Spoiler: el que pierda lava los platos.
En conclusión: Menos prisa, más mordiscos conscientes
El mindful eating no es una ciencia exacta, ni algo que tengas que hacer perfecto. Es simplemente una invitación a volver a disfrutar de la comida, sin culpa y sin prisas. Porque, al final del día, ¿no es eso lo que todos queremos? Comer bien, sentirnos bien y, por qué no, disfrutar de esa pizza sin distracciones. ¡Dale una oportunidad y cambia tu relación con la comida, un mordisco a la vez!